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sábado, 18 mayo, 2024
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¿Y la responsabilidad social?

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Por: RICARDO ARTEAGA ANAYA •

Mi primer contacto con la actividad política comenzó en mi etapa universitaria, desde que cursaba el primer semestre de derecho me involucré en la actividad política de dicha Unidad Académica, participé en grupos universitarios por los Consejos Universitarios y Consejos de Unidad, muchos compañeros buscaban aportar para impulsar un cambio al interior de nuestra alma mater, otros, operaban para intereses personales y otros, incluso, para partidos políticos que desde mucho antes ya operaban por el control político de las diversas unidades académicas e impulsaban cuadros universitarios. 

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Se podría decir, que desde mis primeros días en la universidad, tuve contacto con diversas prácticas políticas que en la actualidad permanecen en la vida política y pública de la universidad y de nuestro Estado, algunos actores políticos, me atrevería a decir que una gran mayoría, participan en la vida pública y política de Zacatecas y del país, con el único interés de lograr el poder por el poder, por cambiar su estatus social, económico y escalar en la pirámide en la “elite” política, trayendo como consecuencia una podredumbre en todos los sectores, especialmente en lo público, hoy en día, Zacatecas cuenta con una clase política económicamente muy superior al nivel de quienes toda su vida, incluso por generaciones, han trabajado en el sector privado. 

La descomposición de la vida pública y política del país y de Zacatecas, tiene su origen en la visión de la política como el arte de enriquecerse a través del engaño y discursos vacíos para engañar al electorado, algunos incluso hacen hasta lo impensable para lograr espacios o candidaturas, pero ¿todo es responsabilidad de nuestra clase política? 

Si bien, generaciones de políticos han planeado junto con medios los grandes medios de comunicación, ir moldeando la opinión pública según sus intereses para que los mexicanos, durante años, creyéramos que votar no servía de nada pues “todos son iguales” o “no existe la democracia”, entre otros comentarios que a lo largo de estos años he escuchado, también los ciudadanos hemos tenido responsabilidad de que nuestra clase política que nos ha representado durante décadas, sean seres humanos de lo peor. 

Durante estos últimos años, especialmente los últimos meses, he recibido y escuchado comentarios de que a un servidor y a otros actores de la vida pública, nunca se nos va a permitir acceso a ningún cargo porque no somos partícipes de la corrupción, incluso he recibido comentarios de ciudadanos que señalan que no me haga ilusiones, que creer que pensar en los demás es una equivocación, que nadie se debe preocupar por nadie, mucho menos por los que menos tienen, que la política es para robar. 

Esta visión de algunas personas, expone cómo una gran mayoría de ciudadanos son incrédulos sobre las intenciones de nuestros políticos pero que dicha incredulidad, se refleja en que nuestros partidos políticos, más allá de arrojar candidatos capaces, ya ni se diga humanos, dedican su esfuerzo a repartirse el pastel entre unos cuantos que comparten intereses, otros simplemente reparten candidaturas a quienes les serán serviles, porque lealtad no les interesa. 

En este sentido, los ciudadanos debemos ser conscientes sobre la responsabilidad que tenemos para evitar que esto siga sucediendo, convertirnos en activos participantes de la vida pública, investigando, comparando la información de los diversos medios y forjando un criterio tras una investigación, al menos pronta, sin embargo, el conformismo y la falta de interés, al menos en lo local, nos hace ser víctimas de nuestras propias decisiones, salir a votar por el menos peor en algunos de los casos. 

El sistema de partidos, de medios de comunicación y político, deben reformarse para en un primer momento amarrar las manos a las cúpulas partidistas y para obligar a los partidos a democratizar sus procesos, por otro lado para que la difusión de mentiras no se escude en la libertad de expresión y tenga como consecuencia la pérdida de concesiones de radio, tv y medios impresos. 

Los intereses de dueños de medios, de partidos políticos y de cúpulas políticas no vendrán a ofrecernos un cambio de realidad si los ciudadanos no les arrebatamos la toma de decisiones, la formación de una cultura política también debe ser una obligación de la ciudadanía. 

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